jueves, 3 de septiembre de 2009

Roma, la célebre ramera.

El Apocalipsis de Juan profetiza (capítulo 17, passim):
"Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre ramera... con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución"... vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos... La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, y en su frente un nombre escrito -un misterio-: "La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra". Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús... Voy a explicarte el misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva... Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es... Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer."
Esta revelación (Apocalipsis) fue aplicada una y otra vez a la Iglesia de Roma, por casi todos los reformadores que desearon sacarla de su postración, tanto en esta época, como posteriormente y hasta la Reforma. No hay duda de que el señorío territorial, y el enredarse en las cosas del mundo, le dio independencia a la Iglesia de Roma, pero a cambio se convirtió, en mucho, a este siglo. El esplendor de su liturgia la hacía aparecer "vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosos y perlas", pero también, quizás a cambio de tanta gloria, "llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución".
En el 904 el papa Sergio III instaura la pornocracia, su barragana Mazoria es realmente el pontífice y parirá al futuro papa Juan XI (931-36) y será abuela de Benedicto VI (973-4); el pontificado estará en manos de la nobleza romana. No obstante, comienza una reacción (la Ramera todavía tenía capacidad de arrepentimiento): en el 980 se logra terminar con la influencia de la nobleza romana y en el 1022 se decreta el celibato para la clerecía con órdenes mayores (diáconos, sacerdotes, obispos); pero Roma cayó de nuevo en la corrupción y la simonía campea: Gregorio VI (1044) compra su pontificado, luego fue depuesto y el sínodo de Roma (1046) lo reemplazó con Clemente III; la lucha de los pontífices para conquistar la independencia eclesiástica, tanto de los nobles de Roma como del sacro emperador romano, es continua, sedes vacantes, papas y antipapas, no serán fenómenos extraordinarios en los siglos posteriores.

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