jueves, 3 de septiembre de 2009

Países Bajos.

Ya hemos comentado sobre el movimiento de reforma que plasmó en la llamada devoción moderna, cuyo apóstol principal fue Gerardo Groote, institucionalizada en los llamados Hermanos de la Vida Común y en la congregación de canónigos regulares de Windesheim, donde se formarían muchos de los reformadores católicos y donde hallaría su inspiración uno de los manuales de mística más populares y de mayor influencia, La Imitación de Cristo de Tomás de Kempis. Gerardo Groote (1340-1384), quien llevó vida monacal pero no aceptó ser consagrado sacerdote, pues el sacerdocio, sobre todo lo de oír confesiones, causaba angustia a su carácter excesivamdente escrupuloso; gozaba de varias, tres para ser exactos, prebendas que cuidaba in absentia, subcontratándolas a precio menor, como era la costumbre de la época: después de una grave enfermedad tendría una iluminación espiritual y renunciaría a todo esto, para entrar a un monasterio de cartujos (pero sin profesar) y vivir una vida intensamente ascética; en 1380 aceptaría ser ordenado diácono, a fin de poder predicar; pero pronto perdió la licencia, por sus puntos de vista que parecieron peligrosos a la jerarquía, principalmente por sus críticas extremosas contra los frailes mendicantes y los sacerdotes incontinentes: sostenía que era pecado mortal asistir a misa celebrada por un sacerdote concubinario, que el matrimonio era obstáculo para la salvación, pues todo deleite sexual, aun dentro del matrimonio, es pecaminoso; desconfiaba incluso de la amistad con los demás y hasta del amor hacia los familiares; daba tanta importancia a la vida interior, que parecía desestimar las obras exteriores y hasta la virtud de los sacramentos. Groote fue el originador de los movimientos religiosos más importantes en su región, los Hermanos de la Vida Común, la reforma de los canónigos regulares agustinos de Windesheim y la misma reforma promovida por Erasmo de Rotterdam, que tanta influencia tendría en toda Europa.
Los Hermanos de la Vida Común fueron fundados por Florencio Radewijns (1350-1400), convertido por Gerardo Groote, quien a la muerte de este fundó una congregación de laicos dedicados a la vida en común y a la posesión en común de sus bienes, vivían en el mundo, pero no participaban de él, dedicándose a trascribir libros, a la meditación y a la oración: vivían pues en comunidad y se sustentaban del trabajo común, vestían hábito talar oscuro o negro, con ceñidor y una capucha; el rector de cada casa era sacerdote y había algunos sacerdotes más, pero en general eran legos o clérigos menores; hacían voto de castidad, pero no de pobreza, aunque la vivieran y practicaran la comunidad de bienes; se dedicaban a trabajos manuales, sobre todo como copistas; no fueron pedagogos, como se les suele atribuir, sino directores espirituales en los colegios, tanto que Nicolás de Cusa, Erasmo de Rotterdam y el mismo Martín Lutero se consideraban discípulos de los Hermanos de la Vida Común; según Erasmo padecían de una mentalidad medieval, refractaria al humanismo, lo que quizás hizo que desaparecieran, una vez que aparecieron los jesuitas, tan identificados con el humanismo de su época.
Canónigos Regulares agustiniamos de Windesheim: fueron fundados por Florencio Radewijns en 1386, como un convento con seis padres, en 1387 fue consagrada su iglesia por el obispo de Utrecht; pronto se difundieron por los Países Bajos, en Brunswick y Francia; además de dedicarse a una vida ascética y de oración, fueron, como los Hermanos de la Vida Común, copistas. A ellos debemos el libro La Imitación de Cristo, fundamental en la devoción moderna católica, también se les debe la amplia difusión de la oración mental metódica, otra característica de la reforma católica y protestante. Tomás de Kempis (1379-1471), es autor del libro de ascética más leído en todo el mundo, y quizás el más auténtico representante de la devotio moderna; esta piedad está enteramente dirigida a la práctica, no a la especulación, pretende imitar prácticamente a Jesús y es de carácter afectivo, sentir las cosas espirituales, especialmente lograr la contrición; es asimismo moralista, pues pone énfasis en la conducta buena y hasta lo que imitan de Jesús no es el Jesús histórico, sino las virtudes que lo caracterizarían. Por otra parte regimentan, son metódicos en la vida interior, poniendo itinerarios y fechas para todos los actos de piedad. Es al mismo tiempo una piedad individualista y el afán apostólico es mínimo.
Erasmo de Rotterdam (1469-1536) es un típico producto de la reforma pretridentina, pero de él ya hemos tratado suficientemente en el capítulo anterior. Pasemos pues a la reforma católica en Francia.

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