jueves, 3 de septiembre de 2009

La Reforma Anglicana.

En Inglaterra no se dio propiamente un movimiento herético, es decir, que repudiara el dogma católico, sino cismático, una separación de la disciplina romana y el repudio de la supremación pontificia (recuérdese que la infalibilidad pontificia es dogma en la Iglesia Católica solo a partir del I Concilio Vaticano, 1869-70; las críticas y rechazo de la autoridad pontificia no serían causal de herejía sino hasta el siglo XIX). La cuestión fundamental fue la solicitud de Enrique VIII para que se declarara nulo su matrimonio (efectuado en 1501) con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, de la que no tenía hijos vivos, excepto una mujer (la princesa María); aparentemente Catalina no podía tener más hijos y el rey creía necesario un heredero varón, para evitar posibles discordias sucesorias. La causal para el anulamiento, era que Catalina habría estado desposada con el hermano de Enrique, antes de contraer nupcias con él, y que consecuentemente el matrimonio sería incestuoso y por lo tanto nulo. El papa le dio largas al asunto, creyendo que se resolvería por el paso del tiempo, lo que llevó a Enrique a disolver por su propia autoridad regia el matrimonio y a declararse cabeza suprema de la iglesia inglesa. En 1534 estableció la iglesia anglicana, disolvió las órdenes religiosas, apropiándose él y la nobleza de las propiedades eclesiásticas, se eliminó el celibato eclesiástico (posteriormente esto fue revocado y luego vuelto a instituir), el culto se practicó en lengua vernácula, se tradujo la Biblia al inglés. Hubo persecución contra los disidentes (católicos y luteranos principalmente), pero no fue excesivamente cruel. A la muerte de Enrique VIII ascendió al trono su hijo Eduardo, bajo cuyo reino la reforma anglicana se separó más del modo de ser del catolicismo romano y se difundió el protestantismo calvinista; pero la iglesia oficial permaneció con las características romanas: un libro oficial de plegaria, una confesión de fe reformada, las formas exteriores de culto. Reformas más profundas fueron impedidas, por la oposición del Parlamento. A la muerte de Eduardo en 1553, ascendió la reina María (1516-58) que restauraría la religión católica romana, como religión del reino durante su reinado. En 1558 ascendió al trono Isabel I (1533-1603), en cuyo reinado se restablecería la religión anglicana, hasta nuestros días.

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